miércoles, 30 de marzo de 2011

FUNDAMENTACION Y ALCANCE DE LA PROBLEMATICA DEL NIÑO SORDO EN COLOMBIA





Ps. Sandra Milena Casas Herrera (2007)

El planteamiento presentado a continuacion hace refererncia al estudio realizado hasta el 2007, aunque son muchos los elementos que permanecen, se añadiran paultinamete los datos de los ultimos años de acuerdo con la investigacion en curso.

Son diversas las ciencias involucradas en el trabajo con el niño sordo, en éste confluyen la medicina y sus sub- especialidades, trabajo social, terapia del lenguaje, pedagogía y psicología. Para la psicología ha resultado ser en cierta medida problemática la aproximación al paciente sordo, sobre todo debido a las dificultades en la creación de una relación de trabajo similar o idealmente igual a la que se establece con los oyentes. El trabajo del psicólogo se centra en el apoyo a las demás disciplinas que asisten al paciente con hipoacusia, pero también tiene que ver con la implementación de ciertas estrategias que permiten el abordaje de problemáticas emocionales y comportamentales del niño y su familia.


Históricamente se han producido cambios en la concepción de la sordera, es así como el reconocimiento y diferenciación de la sordera en diferentes tipos, ha permitido desde la antigüedad realizar asociaciones entre ésta y los componentes de personalidad y sociales de las personas que la posee. Aristóteles y Plinio el viejo observaron que existía cierta relación entre la sordera congénita y las dificultades en la expresión oral; pero ninguno de los dos estudió esta relación.

Aun cuando existen dudas acerca de que Aristóteles conociera la base orgánica común entre la sordera y la falta de expresión oral, puso mucho énfasis en el sonido (lenguaje hablado) como vehículo primario del pensamiento, y por lo tanto como medio principal para la educación. Pero desde entonces y, dada esta asociación estrecha entre sordera, lenguaje y pensamiento, los sordos pasaron a convertirse en integrantes de la categoría de los débiles mentales, es así como se pensaba que eran menos capaces que los ciegos en cuanto a las posibilidades de recibir instrucción y fueron tratados de acuerdo con esta incapacidad.

La idea de que la sordera y la mudez dependían de una anormalidad orgánica común y de que los sordos tenían perspectivas educativas muy escasas así como problemas frecuentes de comportamiento y emocionales, persistió a través de la época medieval. Es probable que el uso despectivo de la palabra mudo en el lenguaje vulgar, que sugiere una capacidad mental inferior tenga su origen en la suposición de que el sordo es un retrasado mental. Era por otra parte inevitable que la noción de capacidad mental limitada del sordo tuviera repercusiones en su estado legal y civil.

La Ley Romana clasificaba a los sordos y a los mudos junto con los retrasados mentales y, el código Justiniano (siglo VI. D.C) excluía a los sordos de los derechos y obligaciones ciudadanos. En el código Justiniano, sin embargo si se realizó una diferenciación entre la sordera congénita y aquella que se adquiría con el paso de los años y que tenía lugar cuando ya se había aprendido a leer y escribir. Aún cuando el código no prohibía al sordo contraer matrimonio, su influencia generó posteriormente una ley medieval que negaba al sordo congénito (sordomudo), el derecho de primogenitura, muy apreciado en esa época.

También, dentro de la literatura eclesiástica se encuentran referencias hacía los sordos que indicaban que su estado era deseo de Dios; en el siglo II antes de Cristo los rabinos del Talmud clasificaban a los sordos junto con los tontos y los niños. En la misma forma, la Iglesia Cristiana consideró con desdén la capacidad mental del sordo, aun cuando permitía el matrimonio realizado a través de la lengua de señas. El primer cambio en tanto a la atención y condiciones alrededor de la sordera se ubica en la referencia que hacer Bede alrededor del siglo VII después de Cristo, del Ingenio del Obispo Juan, de York al enseñar a un sordo a hablar en forma inteligible. Este hecho, sin embargo fue referenciado como un milagro y el método educativo utilizado no fue conocido o documentado.

No fue sino a mediados del siglo XVI, que el velo empezó o decorrerse y, por lo tanto se inició una tarea de reconocimiento de las diferencias entre los sordos, su personalidad, problemas psicológicos y posibilidades de educación y, por su puesto la forma de abordar cada uno de estas aspectos.

En esa época un médico italiano, intelectualmente versátil, Girolamo Cardano de Papua, refiriéndose a los Trabajo de Rodolfo Agrícola de Groningen, propuso un conjunto de principios que prometían mejores perspectivas educativas y sociales para el sordo. Afirmaba, en esencia, que el sordo podía ser enseñado a comprender símbolos escritos o combinaciones de símbolos, asociando éstos con el objeto o la imagen del objeto que esto representaban. La idea de Cardano, no solo sentaba las bases para la educación, sino que, además hace quedar claro que el sordo no tenía porque ser un aislado social.

La liberación de las fuerzas humanistas durante el Renacimiento y la popularización subsecuente de la educación vernácula, inducida por la Reforma aumentó los intentos por realizar intervenciones integrales con los sordos. En 1555 el monje español Pedro Ponce de León utilizó el método oral para educar a niños sordos de la nobleza. En España Pablo Bonet en 1620, preparó a sus alumnos para dar atención educativa y espiritual a los sordos y, es en España donde también nace en esa época el primer libro dedicado a los sordos.

En 1680 George Delgrano publica un artículo en la Universidad de Oxford en el que destaca las cualidades del sordo y asegura que tienen las mismas posibilidades a nivel educativo, social y personal. Es aquí donde se da el giro real con respecto a la concepción aristotélica. Carlos Miguel de L Epee en Francia y Heinicke en Alemania fundan las primeras escuelas para sordos alrededor de1775 y en ellas se preocupan por dar atención integral al sordo, incluyendo aspectos como el manejo de sus estados emocionales y la integración a la comunidad. A finales del siglo XVIII ya estaba demostrado que el sordo podía recibir educación y que la sociedad debía proporcionársela; pero no fue sino en 1817 que se funda la primera escuela de atención pública para el sordo en Estados Undios ( en Hartford Connneticut).

Es así como la intervención psicológica y psiquiátrica para el sordo aparece en el contexto de las escuelas para sordos, una de ellas el Central Institute for the Deaf fundado por Alejandro Graham Bell, esto debido a que los estudiantes de estos centros, dedicados en un inició a encontrar explicaciones biológicas que influyeran en las variables educativas, empezaron a detectar esta necesidad, así como la urgencia de hacer que la sociedad en general reconociese las necesidades y facultades del sordo y, por otro lado, todas las intervenciones en este orden (es decir el psicológico)venían siendo asumidas por sacerdotes, familiares o consejeros. Para asegurar su adaptación social y económica se crearon agencias de rehabilitación y orientación vocacional en mutua cooperación con escuelas e industrias, haciendo énfasis en el adiestramiento especial para adultos.

Las intervenciones psicológicas con el sordo se han realizado sobre la idea de que las dificultades en la comunicación producto de la sordera, conllevan a alteraciones en el comportamiento que dificulta del desarrollo psicológico del niño. Por tal motivo se han estudiado variables como la edad de aparición de la sordera, el nivel educativo de los padres y otras variables socioculturales con el fin de dar atención al sordo y a la persona con limitaciones en el lenguaje.

 Los trabajos de los psicólogos en los últimos cuarenta años han ayudado a conocer mejor los efectos de la sordera sobre la salud mental del niño. Las primeras conclusiones a partir de las intervenciones de los terapeutas tendían a demostrar que el nivel del niño sordo era inferior al del niño con audición normal. Luego al estudiar una gran cantidad de niños sordos en edad escolar se llegó a la conclusión de que este dato era erróneo. La deficiencia mencionada se veía explicada por otros factores asociados como el ambiente, las influencias educativas y pedagógicas que inciden en ella.

 En la actualidad y, dado que la detección es precoz, el nivel intelectual del niño sordo y con problemas del habla dista muy poco de la de los demás niños. Es con el paso de los años que se notan mayores diferencias y, por lo tanto se agudiza el impacto de las demás áreas.


Es importante tener en cuenta que el término “sordo” designa en forma amplia a un conjunto de patologías auditivas conocidas por los especialistas como hipoacusia. Existen diferentes grados en los que puede estar afectada la audición del sujeto y de acuerdo con ello también se encuentran problemas del lenguaje, aunque éstos últimos pueden aparecer con independencia de la pérdida auditiva, generalmente los niños no se someten a controles tempranos para verificar sus niveles de audición, esto solo se lleva a cabo en los casos en los que existe un alto potencial de riesgo como: sordera familiar, incompatibilidad sanguínea, infecciones víricas durante el embarazo, absorción de ciertas drogas, prematuridad, accidentes de parto, enfermedades de la primera infancia, malformaciones del oído externo, etc. Actualmente los métodos diagnósticos son más avanzados y se utilizan con mayor precisión con miras a disminuir las dificultades del niño en su proceso de escolarización y en el desarrollo emocional.

Esto ha dado como resultado que hoy es posible conocer el nivel de la pérdida y las posibilidades de rehabilitación del niño así como la detección de los profesionales que lo deben asistir. Así como también permite diferenciar entre los problemas del lenguaje y la hipoacusia, los cuales no siempre coexisten. En Antioquia existen 12.234 personas con discapacidad auditiva de los cuales 6.830 son niños entre los 0 y 6 años; además se encuentran 9.909 personas con trastornos de la voz y el habla.


Lo importante, entonces, reconocer la necesidad de atención de esta población en un marco terapéutico ya que en las instituciones solicitan profesionales y practicantes de psicología para desarrollar programas de intervención individual o de familia, esto conlleva a la necesaria demanda de estrategias de intervención basadas en el estudio claro y minucioso de las necesidades de esta población y, por supuesto, de la generación de investigaciones al respecto.

Se encuentra que las intervenciones realizadas con los niños se dan principalmente desde el enfoque conognitivo-conductual y la terapia sistémica y, en términos generales se centran en la modificación de comportamientos del niño y en la asistencia a las familias con el fin de asumir la condición del niño y realizar el duelo por la misma. En la investigación citada se señala la importancia de establecer un sistema por medio del cual sea viable el proceso terapéutico con el niño.

También existen intervenciones de familia y con base en los problemas escolares, en éstas se trabajan aspectos como la realización del duelo en la familia, manejo del niño en el aula, problemas de aprendizaje, evolución y diagnóstico, presentándose como principal dificultad para la intervención individual la carencia de un método de comunicación a través del cual se pueda acceder al niño sin intermediarios y con la posibilidad de obviar las demandas institucionales que terminan por ocultar la realidad del niño y sus necesidades.

En la investigación citada no se encontraron intervenciones desde el psicoanálisis con niños sordos en Colombia, sin embargo, si existen trabajos en Latinoamérica con niños sordos y sus familias desde una concepción dinámica. Es el caso de las intervenciones realizadas en le Centro del Niño Sordo y su Familia en Argentina. Los resultados de este trabajo son satisfactorias y surgen de la atención individual con el niño y la realización de talleres con los padres; en el trabajo con los niños se utiliza la lengua de señas como medio de comunicación en la consulta.

El trabajo con el niño sordo directamente se centra en aspectos como: hipervaloración de la propia imagen, sentimientos de desvaloración y descalificación, alteraciones en la simbolización, manifestaciones de la sexualidad, rigidez y labilidad de principios morales, entre otros. Esta aproximación se realiza desde propuestas como la de Arminda Aberastury, Melanie Klein, y Sigmund Freud. Una de las técnicas de trabajo que cobran mayor relevancia en esta intervención es la utilización del juego como herramienta para que el niño escenifique sus fantasías e impulsos.


Desde este enfoque se considera fundamental la consideración de las modificaciones realizadas en el psicoanálisis con niños por Meñanie Klein en Londres y por Arminda Aberastury en Argentina. Se pasa de un abordaje centrado en lo bipersonal, sin los padres y en el que la cura se producía en el mayor aislamiento de las condiciones del medio ambiente. El conocimiento del la realidad del niño se realizaba a partir de la realidad transferencial, procurando las condiciones necesarias para que surgieran las fantasías del niño y realizar interpretaciones con base en el simbolismo del niño.

Los cambios que se producen en Argentina para el trabajo en las instituciones, se dan por la aparición de inconvenientes relacionados con el psicoanálisis individual, sobre todo en lo referente a los aspectos técnicos, esto conllevo, a modificaciones en el encuadre, número de sesiones, duración de las mismas, frecuencia y objetivo de las entrevistas con los padres, y aplicaciones de otros encuadres técnicos como la psicoterapia de grupo, la psicoterapia breve, psicoterapia del grupo familiar, etc. El cuerpo teórico desde el cual se comprende al niño sigue siendo el mismo que se utilizaba en el psicoanálisis clásico.

En las investigaciones revisadas acerca de intervenciones realizadas en Colombia, se detecta la urgencia de de investigar acerca de las condiciones de intervención y los posibles métodos para llegar a entablar una relación de trabajo con el niño y hacer una lectura de su malestar. Desde el psicoanálisis implica afrontarse a los problemas de la clínica con niños como son las demandas de padres y educadores, asumiendo al pequeño en consulta como un sujeto cabal que puede dar cuenta de su malestar y que posee un saber.

Los trabajos de M. Klein (1939), Winnicott (1971), (1979), Frocois Dolto (1986) otros psicoanalistas dentro de los que por su puesto se encuentran sigmund Freud y Lacan han apuntando a la relación entre producciones gráficas como los dibujos y el inconsciente; lo importante es plantearse si las enseñanzas y los ejemplos de sus casos clínicos pueden ser implementados como método de trabajo que permita al niño manifestarse obviando la palabra y consiguiendo con ello el alivio del malestar y también el conocimiento acerca del desarrollo del niño y de las su proceso de estructuración que aún es inconcluso.

En el impulso de este problema existen inconvenientes que no se refieren al niño si no a la habilitación de la escucha por parte del terapeuta y al afrontamiento de las resistencias al trabajo en casos de discapacidad. Las trabas puestas al niño para acceder al un trabajo individual ya sea por las instituciones, la familia o el psicólogo son otro punto de trabajo ya que en él se anudan las dificultades en la realización del trabajo terapéutico.

Una revisión del estado de salud de los niños, de las condiciones de atención de las instituciones y de los resultado de los procesos en términos de rehabilitación e integración a la vida en la comunidad, muestra el escaso impacto de estos procesos.

Lo anterior, refleja una problemática que requiere de propuestas nuevas y destinadas a aplicar los conceptos de la clínica individual con esta población, poniendo atención al sujeto en consulta y no a las demandas externas que, generalmente buscan la “normalización” del niño.

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